jueves, abril 09, 2009

Osho- ¿Por qué es tan doloroso el amor?

El amor es doloroso porque crea el camino hacia la felicidad. El amor es doloroso porque transforma, porque es mutación. Toda transformación resulta dolorosa porque lo viejo tiene que dar paso a lo nuevo. Lo viejo es conocido, seguro, y lo nuevo completamente desconocido.

Te internas en un océano ignoto. Con lo nuevo no te sirve la mente; con lo viejo, la mente es muy hábil. La mente solo puede funcionar con lo viejo; con lo nuevo, no te sirve para nada.

Es el mismo dolor que siente el niño al abandonar el vientre materno, el mismo dolor que siente el pájaro al salir del huevo, el mismo dolor que sentirá el pájaro la primera vez que intente alzar el vuelo.

Debido al dolor del amor, millones de personas llevan una vida sin amor. También ellas sufren, pero su sufrimiento es inútil. Sufrir con el amor no es sufrir en vano. Sufrir con el amor es creativo, te lleva a los niveles más elevados de la consciencia.

Sufrir sin amor es un derroche absurdo, que no lleva a ninguna parte, que te mantiene en el mismo círculo vicioso.

La persona sin amor es narcisista, está cerrada. Sólo se conoce a sí misma. ¿Y cuánto puede conocer de sí mismo si no ha conocido al otro? Porque solo el otro puede funcionar como espejo. Nunca te conocerás a ti mismo sin conocer al otro.

El amor es también algo fundamental para el conocimiento de uno mismo. La persona que no ha conocido al otro con profundo amor, con intensa pasión, con éxtasis, no podrá saber quién es ella misma, porque no tendrá espejo en el que ver su propio reflejo.

La relación es un espejo, y cuanto más puro es el amor, cuanto más elevado el amor, mejor el espejo, más claro. Pero el amor más elevado requiere que te abras. Para el amor más elevado tienes que ser vulnerable. Tienes que deshacerte de tu coraza, y eso resulta doloroso.

No debes estar constantemente en guardia. Tienes que vivir peligrosamente. El otro puede herirte, y ese es el miedo a ser vulnerable. El otro puede rechazarte, y ese es el miedo de enamorarse.

El reflejo de tu propio ser que encontrarás en el otro puede resultar feo; de ahí surge la ansiedad. Evita el espejo, pero si lo evitas no te volverás guapo. Tampoco crecerás evitando esa situación. Hay que aceptar el reto.

Hay que adrentarse en el amor. Ese es el primer paso hacia Dios, y no se puede rehuir. Quienes intentan rehuir el paso hacia el amor nunca llegarán a Dios.

El amor es un cielo abierto. Enamorarse significa alzar el vuelo, pero no cabe duda de que el cielo ilimitado produce temor.

Y deshacerse del ego es muy doloroso porque nos han enseñado a cultivarlo. Pensamos que el ego es nuestro único tesoro. Lo protegemos, lo decoramos, lo perfeccionamos, y cuando el amor llama a nuestra puerta, lo único que se necesita para enamorarse es dejar a un lado el ego, sin duda algo muy doloroso. Le has dedicado toda la vida, es lo único que has creado, ese ego tan feo, esa idea de "Yo soy algo distinto de la existencia".

El amor te proporciona la primera experiencia de estar en sintonía con algo que no es tu ego. El amor te da la primera lección para estar en armonía con alguien que nunca ha formado parte de tu ego.

Si puedes estar en armonía con una mujer, con tu hijo o con tu madre, ¿por qué no puedes estar en armonía con todos los seres humanos? Y si estar en armonía con una sola persona produce tal gozo, ¿cuál será el resultado de estar en armonía con todos los seres humanos? Y si puedes estar en armonía con todos los seres humanos, ¿por qué no con los animales y los árboles? Un peldaño lleva al otro.

El amor es una escalera. Empieza con una persona y acaba con la totalidad. El amor es el principio; Dios el final. Temer al amor, tener miedo de sufrir dolor por el amor equivale a quedarse encerrado en una celda oscura.

El amor crea problemas. Puedes evitar esos problemas evitando el amor, pero son problemas esenciales, que hay que afrontar, que hay que vivir, superar. Y para superarlos, hay que recorrer el camino.

El amor es lo único que realmente merece la pena. Todo lo demás es secundario. Si contribuye al amor, es bueno. Todo lo demás se reduce a un medio, mientras que el amor es el fin. Por tanto, adéntrate en el amor, a toda costa.

Si no te adrentas en el amor, como han decidido hacer tantas personas, te quedarás anclado en ti mismo. Entonces tu vida no es una peregrinación, no es un río que desemboca en el mar, sino una charca de agua estancada, sucia, y dentro de poco no habrá sino porquería y cieno.

Para mantenerse limpio hay que seguir fluyendo. Un río se mantiene limpio porque fluye sin cesar. El fluir es el proceso para mantenerse siempre virgen.

Un amante siempre se mantiene virgen. Todos los amantes son vírgenes. Quienes no aman no pueden mantenerse vírgenes; se quedan aletargados, estancados, tarde o temprano empiezan a apestar -más bien temprano que tarde- porque no tienen adónde ir. Su vida está muerta.

En esa situación se encuentra el ser humano actual, y por eso proliferan las neurosis, las locuras. Las enfermedades psicológicas han adquirido proporciones epidémicas. Ya no se trata de unas cuantas personas enfermas psicológicamente; la realidad es que la tierra entera se ha convertido en un manicomio. La humanidad entera padece una especie de neurosis.

Y esa neurosis procede del estancamiento narcisista. Todo el mundo se aferra a la ilusión de tener su propio ser, algo distinto del resto, y la gente se vuelve loca. Y esa locura carece de sentido, es improductiva, nada creativa. O las personas se suicidan. También esos suicidios son improductivos, faltos de creatividad.

Quizá no te suicides con veneno, tirándote desde un acantilado o pegándote un tiro, pero puedes suicidarte con un proceso muy lento, que es lo que suele ocurrir. Muy pocas personas se suicidan de golpe. Otras prefieren un suicidio lento, ir muriendo poco a poco, lentamente, pero se puede decir que existe una tendencia suicida casi generalizada. Esa no es forma de vivir, y la razón, la razón fundamental, es que hemos olvidado el lenguaje del amor.

Ya no tenemos la suficiente valentía para adrentarnos en esa aventura llamada amor. Por eso a la gente le interesa el sexo, porque con el sexo no te arriesgas. Es algo pasajero, y no te implicas. El amor significa implicación, compromiso; no es algo pasajero. En cuanto empieza a arraigar, puede durar para siempre.

Puede suponer un compromiso de por vida. El amor requiere intimidad, y solo cuando intimáis se puede convertir el otro en espejo. Cuando hay un encuentro sexual con una mujer o con un hombre, no os encontráis; simplemente evitáis el alma de la otra persona. Os limitáis a utilizar el cuerpo de esa persona y salís corriendo, y la otra persona utiliza tu cuerpo y sale corriendo. No llegáis a la intimidad necesaria para revelaros mutuamente vuestro auténtico rostro.

El amor es el mayor koan del zen.

Resulta doloroso, pero no lo rehúyas. Si lo rehúyes, habrás rehuido tu mayor oportunidad de crecer. Intérnate en el amor, súfrelo, porque mediante el sufrimiento se alcanza el éxtasis. Sí, hay dolor, pero del dolor nace el éxtasis. Sí, tendrás que morir como ego, pero si puedes morir como ego, nacerás como Dios, como Buda. Y el amor te dará a probar por primera vez el tao, el sufismo, el zen.

El amor te ofrecerá la primera prueba de que Dios existe, de que la vida no carece de sentido. Quienes dicen que la vida carece de sentido son quienes no han conocido el amor. Lo único que quieren decir es que se han perdido el amor en la vida.

Que haya dolor, que haya sufrimiento. Atraviesa la noche oscura y llegarás a un maravilloso amanecer. Solo en el seno de la noche oscura puede desarrollarse el sol; la mañana llega únicamente atravesando la noche.

Yo lo enfoco todo hacia el amor. Yo solo enseño el amor, el amor y nada más. Podéis olvidaros de Dios; no es sino una palabra vacía. Podéis olvidaros de las oraciones porque no son sino rituales que otros os imponen. El amor es una oración natural, que no impone nadie. Nacemos con ella.

El amor es el verdadero Dios, no el Dios de los teólogos, sino el Dios de Buda, de Jesucristo, de Mahoma, de los sufíes. El amor es un tariqa, un método para matarte como individuo y ayudarte a trasnformarte en el infinito.

Desaparece como una gota de rocío y transfórmate en mar, pero tendrás que traspasar la puerta del amor.

Y no cabe duda de que cuando empiezas a desaparecer como una gota de rocío y has vivido mucho tiempo como una gota de rocío, te duele, porque hasta entonces habías pensado: "Yo soy esto, y está acabándose. Me estoy muriendo". No te estás muriendo; sólo experimentas esa impresión. Te has identificado con la impresión, pero la impresión sigue siendo eso, una impresión.

Y únicamente cuando desaparezca la impresión podrás ver quién eres, y esa revelación te llevará a la cima del gozo, de la felicidad.

Osho- El Libro del Ego.
Págs. 189-194
Liberate...ama..conócete...
y Ten el Coraje de Vivir peligrosamente Feliz...

1 comentarios:

OshoMaestro dijo...

Muchas gracias por tu blog.

Comparto con Ustedes el siguiente link acerca de la visión de Osho:

http://osho-maestro.blogspot.com/

Ungran abrazo,

Gonzalo